Texto: Eretuza Gurgel
gurgeleretuza@gmail.com
Revisión textual: Luca Bazzi
“Si mi objetivo es probar que soy ‘suficiente’, el proyecto se extiende hasta el infinito porque la batalla estaba ya perdida el día que admití que la cuestión era debatible”
Hace ya algún tiempo, realicé un vuelo transatlántico en el que vi una escena que se quedó marcada en mi memoria: una madre, aparentemente emocionada con el viaje, inmortalizó todo el trayecto de más de 7 horas de duración.
Aquella mujer que se obstinó a hacer fotos de todos los detalles del viaje llegó al punto de ignorar que, al final del trayecto, la hija, de una temprana edad de unos 6 años, pedía entre lágrimas: “mamá, por favor, más fotos no”. Sin embargo, ni siquiera el llanto de su propia hija, que estaba siendo fotografiada sin su permiso, la hizo parar.
Tiempo después, al leer Los Seis Pilares de la Autoestima, de la editora Paidós (2012), rememoré esa escena, de tal modo que aquella voz infantil entrecortada por lágrimas todavía reverbera en mis oídos: “mamá, por favor, más fotos no”. Tal vez, después de presentarles el contenido de este best seller, podamos escuchar juntos esa misma voz.
Los Seis Pilares de la Autoestima consiste en un libro de psicología que está dividido en tres partes. Aborda la autoestima como el tema psicológico más importante porque es fundamental para la salud mental, el desarrollo personal e impacta todos los aspectos de nuestra vida. Fue escrito por Nathaniel Branden, reconocido psicoterapeuta estadunidense y uno de los mayores estudiosos de ese tema.
En la primera sección, se tratan los principios básicos de la autoestima. Podemos comprenderla como el sistema inmunitario de la conciencia, cuya esencia consiste en la confianza de que nuestra valía personal es innata, es un derecho de nacimiento y, por lo tanto, es indiscutible. Asimismo, la seguridad en nuestra propia mente y de que somos merecedores de respeto y felicidad.
Una autoestima defectuosa, por su parte, nos lleva a actuar para probar nuestro valor personal, nos lleva a autosabotajes y a actuar de una forma contraria a nuestro bienestar. Eso es porque el respeto hacia nosotros y a los demás figura como un indicador de autoestima sana. Por lo tanto, la necesidad de considerar a alguien superior o inferior a nosotros se configura como un claro ejemplo de falta de autoestima.
La segunda parte de este libro presenta las fuentes internas de la autoestima. Muestra la importancia de un enfoque centrado en la acción de los seis pilares para el cultivo del amor propio: 1) la práctica de vivir conscientemente; 2) la práctica de la aceptación de uno mismo; 3) la práctica de ser responsable de uno mismo; 4) la práctica de la autoafirmación; 5) la práctica de una vida con propósito; 6) la práctica de la integridad personal. Así pues, estos pilares son fuentes de una buena autoestima y a la vez una expresión sana de amor proprio. Además, tales pilares requieren una práctica constante que depende solamente de nosotros mismos.
Dicho de otro modo, nuestras actitudes fomentan y determinan nuestro nivel de autoestima. Claro que algunas personas ya nacen con alguna predisposición genética a ello o en un ambiente familiar propicio para su desarrollo sano, pero eso no es una ecuación perfecta. Del mismo modo, hay personas que nacen en familias disfuncionales y aún así son capaces de desarrollar un buen nivel de amor propio.
Sin embargo, las evidencias apuntan a que una de las mejores formas de tener autoestima sana es contar con referentes positivos. Es decir, hijos de padres con amor propio elevado tienden a desarrollarlo de forma semejante. Entonces, nuestro desafío como padres es cultivar una autoestima positiva y servir de modelo a nuestros hijos porque les enseñamos lo que somos.
Tal vez no haya un legado más importante para nuestra prole que proporcionarle amor propio, la mejor herramienta en la construcción de la individualidad y autonomía, fundamentales para un buen desempeño en los ámbitos físico, cultural, social, económico y político.
Ese es un gran desafío para todos los padres y madres, principalmente para nosotras, mujeres, tan bombardeadas con valores que subvierten la autoestima sana. Además, muchas veces, absorbemos la creencia dañina de que nuestros errores y defectos invalidan nuestro derecho innato al respeto y felicidad. Así olvidamos el hecho de que no necesitamos ser perfectas para ser respetadas.
La intención aquí no es agregar otro ítem al infinito listado de “obligaciones” femeninas, sino destacar que la autoestima es nuestro mejor pilar de apoyo, porque necesitamos pensar por nosotras mismas y decidir quiénes somos y qué queremos a partir de nuestra individualidad y autonomía. De este modo, cuidamos de nuestra autoestima y transmitiremos ese patrón de conducta a nuestros descendientes.
En la tercera parte del libro, se habla de los factores externos de la autoestima y también se refuerza el papel de los padres en el fomento del amor propio de los niños. Asimismo se enfatiza la importancia de cuidar nuestro bienestar y respetar el bienestar de nuestros hijos e hijas, porque si no nos queremos a nosotros mismos, seremos incapaces de querer a los demás y enseñarles a quererse.
Muestra, todavía, que debemos dar a nuestros hijos raíces para crecer y alas para volar. Es decir, proporcionarles el soporte necesario para que crezcan y se desarrollen de forma equilibrada, además de ayudarles en la construcción de la seguridad y la autonomía necesarias para seguir libremente sus propios caminos.
Además de la familia, el ambiente educativo, laboral y cultural pueden contribuir a la creación y la manutención de una autoestima sana, pues todos estos ambientes pueden apoyar o vulnerar el amor propio de los individuos. En la familia, por ejemplo, la creencia de que ser madre es padecer en el paraíso fomenta la autonegación, la aceptación pasiva del sufrimiento moral y físico, que contribuyen para aumentar la falta de amor propio y su perpetuación.
En la conclusión de su libro, Branden expone que el desarrollo de una autoestima sana requiere un esfuerzo y una energía específica procedentes del amor hacia nuestra vida, que motiva la práctica de los seis pilares de la autoestima. Por eso, el amor es el séptimo pilar de la autoestima, sin el que los demás pilares son insostenibles.
Entonces, todas las madres tenemos como misión desarrollar el amor propio. Dicho de otro modo, necesitamos fomentar nuestra autoestima y estimularla en nuestros descendientes, ya que “al apoyar y fomentar la autoestima de nuestros hijos, apoyamos y fomentamos la nuestra”. Escucharemos así aquella voz infantil reivindicando su derecho nato al respeto y diciendo que tiene sus propias necesidades.